domingo, 16 de noviembre de 2014

INMUNONUTRICIÓN ¿CÓMO AUMENTAR NUESTRAS DEFENSAS A TRAVÉS DE LA ALIMENTACIÓN?

INMUNONUTRICIÓN ¿CÓMO AUMENTAR NUESTRAS DEFENSAS A TRAVÉS DE LA ALIMENTACIÓN?

Nuestro sistema inmunológico es el que nos protege contra infecciones y enfermedades que nos afectan. Existen bebidas y alimentos específicos que han ganado popularidad por “aumentar tus defensas”, sin embargo, vale la pena preguntarse ¿Influye nuestra alimentación en el sistema inmunológico?
Diversas investigaciones y estudios han permitido identificar que algunos factores dietéticos si son capaces de afectar la respuesta inmunológica de nuestro organismo, los cuales detallamos.

1. INGESTA CALÓRICA

La  ingesta energética tiene una influencia considerable en la actividad inmunológica. Las personas desnutridas o que siguen dietas muy bajas en calorías (menores a 1200 kcal) presentan un mayor riesgo de contraer infecciones.  Esto se debe también a que éstas suponen una disminución de la ingesta de nutrientes esenciales (vitaminas, minerales).


Así mismo, la ingesta excesiva de calorías o sobrealimentación también puede a afectar la capacidad del sistema inmunológico de combatir infecciones. De hecho, la obesidad está ligada a una mayor incidencia de infecciones así como de una menor capacidad para combatirlas

2. APORTE DE GRASAS y ÁCIDOS GRASOS POLIINSATURADOS


Una dieta alta en grasa disminuye la respuesta inmunológica, aumentando el riesgo y susceptibilidad a infecciones. Una dieta moderada o baja en grasas es fundamental para el control de peso y además ayuda a mantener un óptimo sistema inmunológico.

Sin embargo no sólo la cantidad de grasas es importante sino la calidad o fuente de las mismas. Las grasas del tipo Omega 6 presentes en carnes y aceites vegetales (maíz, soya y girasol) tienen un efecto proinflamatorio mientras que la del tipo Omega 3 y monoinsaturadas (pescados azules, aguacate, linaza, semillas, aceite de oliva) tienen el efecto contrario. 

Mantener una ingesta adecuada de ambas grasas en una proporción 2:1 de Omega 3 frente a Omega 6 es también fundamental para el óptimo funcionamiento del sistema inmunológico.  Incluir a diario una porción de semillas y nueces, aderezar las ensaladas con aceite de oliva y aguacate y consumir pescados de 2 a 3 veces por semana es una buena forma de aumentar nuestro consumo de este tipo de grasas. 

3. VITAMINA A y CAROTENOIDES

La vitamina A desde antes de su descubrimiento fue conocida popularmente como la vitamina antiinfecciosa, teniendo en cuenta que su deficiencia provoca una inmunocompetencia deficiente y un incremento de la susceptibilidad, duración y gravedad de las infecciones.

La vitamina A y los compuestos con actividad de retinol modulan una amplia diversidad de procesos biológicos y participan en la síntesis células del sistema inmune (leucocitos, linfocitos, etc). Adicionalmente, su carencia en los tejidos provoca la estimulación de reacciones inflamatorias, capaces de liberar de forma descontrolada radicales libres que inciden en el incremento de enfermedades crónicas transmisibles y no transmisibles como el Cáncer. De hecho, es una de las vitaminas más recomendadas en la prevención y tratamiento del cáncer.

La Vitamina A per sé, se encuentra en alimentos de origen animal, como las carnes, aves, pescados, yema de huevo y lácteos. Sin embargo, la mejor forma de obtenerla es mediante la ingesta de carotenoides pro Vitamina A presentes en el reino vegetal en alimentos como la auyama o calabaza, zanahoria, tomate, pimentón, ají dulce, mango, lechosa o papaya, etc.

4. VITAMINA C

Sin duda alguna, la Vitamina C es la más reconocida por sus propiedades inmunomoduladoras. Y no en vano, ya que es esencial para la formación de glóbulos blancos o leucocitos, células que actúan como vigilantes de nuestro sistema inmunológico, además de ser un poderoso antioxidante que retrasa el envejecimiento y disminuye la inflamación. 
Por si fuera poco, la Vitamina C es vital en casos de heridas e intervenciones quirúrgicas ya que interviene en la síntesis de colágeno y la cicatrización.
Varias investigaciones han demostrado que una alimentación rica en vitamina C ofrece una protección añadida contra todo tipo de cánceres razones que la convierten en un aliado de la salud.
¿Qué alimentos son los más ricos en Vitamina C?
La Vitamina C o ácido ascórbico se encuentra esparcida en casi todas las frutas y vegetales, con mayor contenido en: cereza criolla o semeruco, guayabas, mango, naranjas, mandarina, limón, fresas, piña y brócoli.
Una buena forma de aportar Vitamina C a tu organismo es incluir 5 raciones de frutas y vegetales al día y agregar jugo de limón a tus jugos, bebidas y ensaladas que además es un poderoso alcalinizante.
Para niños y adultos que deseen prevenir y tratar infecciones así como retardar signos del envejecimiento prematuro, se recomienda la suplementación con 500 mg al día, previa consulta con su especialista de la salud.
5. ÁCIDO FÓLICO

El papel clave del ácido fólico lo realiza de forma sinérgica junto a la  vitamina B12 en la síntesis del ADN de las células. Por lo que, su deficiencia no permite la formación y funcionamiento normal de las células de la sangre y del sistema inmune como los eritrocitos o glóbulos rojos, leucocitos o glóbulos blancos, linfocitos y macrófagos. Por ello, el ácido fólico es altamente recomendado y recetado en el tratamiento y prevención de la anemia, en la prevención y tratamiento de enfermedades que afecten el sistema inmune y en casos de leucemia y cáncer.

Su suplementación es útil en la prevención de enfermedades, en niños, mujeres que consumen anticonceptivos (ya que disminuyen los niveles de ácido fólico), en mujeres que buscan embarazarse, en embarazadas y lactantes.


Se encuentra principalmente en alimentos de origen vegetal como leguminosas (lentejas, habas, caraotas), cereales integrales (germen de trigo, arroz integral, maíz), vegetales de hoja verde (espinacas, brócoli, repollo, lechuga, repollo) y frutas como el cambur, naranja y aguacate.  
En alimentos de origen animal, lo encontramos en el hígado y productos lácteos.

6. PROBIÓTICOS

Los probióticos son microorganismos vivos (bacterias) que contribuyen al mantenimiento de una flora intestinal beneficiosa y por consiguiente a una buena digestión y absorción de los alimentos. Los probióticos no sólo favorecen un ecosistema bacteriano intestinal saludable que nos protege contra infecciones gastrointestinales sino también modulan la actividad de las células del sistema inmune de todo el organismo. Por ello, actualmente son adicionados a muchos alimentos funcionales.

 El consumo de probióticos es útil sobre todo en situaciones que pueden alterar el balance de la microbiota intestinal e influir en la respuesta inmune del individuo, tales como la alimentación con fórmulas infantiles, el tratamiento con antibióticos, los cambios fisiológicos relacionados con el envejecimiento, las enfermedades gastrointestinales y el estrés.

Los probióticos se encuentran en fuentes alimentarias como el yogurt y el kéfir, así como en forma de polvos, cápsulas y suspensiones para su suplementación.


7. ZINC

De los minerales, el Zinc es el más importante en las funciones inmunológicas del organismo ya que actúa como cofactor clave de más de 100 enzimas que participan en la síntesis de ADN y proteínas, procesos fundamentales para la actividad del sistema inmune. El zinc también es necesario para la producción de la forma activa de la hormona del timo (órgano que produce células del sistema inmune) o timulina, la cual promueve la diferenciación de los Linfocitos.

Su suplementación es clave particularmente en niños y adolescentes en crecimiento, embarazadas, lactantes e individuos inmunosuprimidos; aunque su déficit es muy común y muchas veces pasa desapercibido.

Los últimos estudios llevados a cabo en pacientes con déficit de cinc, ponen de manifiesto la importancia de la suplementación con este mineral en la dieta para contrarrestar un mayor riesgo a padecer infecciones.

Lo encontramos en carnes, aves, pescados y mariscos, así como en nueces y semillas, leguminosas o granos, arroz integral y levadura.

SELENIO

Este oligoelemento, de reciente auge en el mundo de la medicina antienvejecimiento y ampliamente usado como antioxidante, tiene efectos adicionales importantes sobre la salud, particularmente en relación con la respuesta inmune, la enfermedad viral y la prevención del cáncer.

En numerosos estudios se ha sugerido que la deficiencia de selenio se relaciona con una alteración en varios niveles de la respuesta inmunológica, produciendo su déficit una disminución de la resistencia a la infección, síntesis de anticuerpos y proliferación de células del sistema inmune.

Adicionalmente, la suplementación con selenio incluso en individuos sin déficit  tiene marcados efectos inmunoestimuladores, incluyendo un aumento de la proliferación de la actividad de las células T o linfocitos y mejora de la actividad de las células NK (actúan contra las células tumorales).

Su presencia es cada vez más baja en los alimentos de origen vegetal debido a la pobreza de los suelos. Sin embargo los alimentos más ricos en el son la nuez de Brasil, frutos secos, brócoli, ajo, germen y salvado de trigo.

A pesar de que, en este artículo hizo énfasis en algunos nutrientes en específico es importante aclarar que TODAS las vitaminas, minerales y oligoelementos son fundamentales para el funcionamiento óptimo del sistema inmune y que la deficiencia de uno, puede afectar a otro y de ésta forma interrumpir diversos procesos. Por lo que, una alimentación completa, equilibrada, adecuada, balanceada y de calidad es vital.


Incluir jugos o batidos de vegetales y frutas de diversos colores y especies es una buena forma de aportar al organismo Vitamina A, Vitamina C y Ácido Fólico, nutrientes esenciales para el sistema inmune. 



Así mismo, el control y manejo del estrés ejerce un papel crucial en nuestras defensas, tanto que, una molestia, pensamiento negativo, preocupación o cualquier situación que lo saque de su zona de estabilidad y tranquilidad puede deprimir el sistema inmunológico y precipitar la aparición de enfermedades infecciosas y crónicas.


¡APRENDAMOS A CUIDARNOS...por dentro y por fuera!     

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